Poco
después de salir de Trubia en dirección a Proaza nos encontramos el pueblo de
San Andrés. Justo a la entrada del pueblo una carreterita a la derecha nos
indica Castañedo del Monte, entramos por esta carretera y junto al lavadero y el riachuelo que desciende encajonado dejamos el coche.
Unos
100 m después tomamos por un camino a la derecha que sale entre una casa y una finca vallada. Parece que no hay paso
por detrás de la casa, pero un estrecho sendero que empieza a ganar altura con
mucha rapidez.
Nos adentramos en un bosque de castaños en el que observamos
árboles jóvenes entremezclados con algún ejemplar de gran porte.
El camino, en continuo ascenso nos sitúa en un primer collado, donde
aprovechamos para recuperar la respiración antes de enfrentarnos a otra fuerte
subida que nos sitúa en un segundo collado donde vemos unas pequeñas cabañas.
Ahora tomamos el sendero que continúa subiendo a la izquierda, dejando otro que
llanea hacia la derecha.
Nuestro camino continua siguiendo los muros de piedra y poco después sale del
bosque, permitiéndonos divisar en el fondo el valle del Trubia.
El camino continúa bordeando por la
izquierda la peña el Castiello y entra nuevamente en el bosque antes de llegar
al collado del Castiello, situado detrás de la peña.
Allí encontramos las
primeras marcas de la Ruta del Oso.
Nos
encontramos varios caminos y debemos tomar el que prácticamente sale a nuestra
izquierda descendiendo un poco entre el bosque y que nos acercará hasta la
cascada de Guanga y las ruinas de un molino que se encuentra en ese lugar.
Esta
cascada Nos sorprendió por su altura serán más de 10 metros y la gran cantidad
de agua que llevaba, bien es ierto que estos últimos días ha llovido mucho.
Regresamos al collado y continuamos nuestro camino por la izquierda llaneando
un tramo para luego descender hacia el río. Nuestra intención es subir por la
otra vertiente hacia el Picu Plantón.
Cuando llegamos al río nos encontramos
que lleva mucho agua y no hay un sitio apropiado para cruzarlo, así que damos
la vuelta y ascendemos bordeando un prado para buscar otro camino.
Encontramos
el que parece se dirige al caserío de Buanga pero, poco después, está
totalmente cerrado y en las fincas vemos carteles que indican que no está
permitido el paso. Nosotros, respetuosos con la propiedad ajena, aunque no
entendemos que mal podríamos causar, damos media vuelta y tras intentar buscar
otras alternativas optamos por regresar hacia San Andrés por el mismo camino.
Por
lo que he leído posteriormente, existen más cascadas en el cauce de este río,
aunque su acceso no es tan sencillo. Algún día habrá que regresar a la zona y
tratar de localizar las otras cascadas.